Dicen que fue Esteban García Martínez, jefe del taller llamado “Hojalatería”, quien en 1915, atendiendo las peticiones de maquinistas y fogoneros de La Robla, ideó el artilugio, consistentes en un puchero o cazuela de barro o porcelana con su tapa, abrazado en su parte alta por un collarín con asas.El cuerpo externo de la olla es un cilindro al que se aplica una ventana en la parte baja como tiro principal, una seria de perforaciones en la parte más alta para la salida de humos, patas y un asa para el transporte.
Dentro de la serie de conferencias que está organizando a lo largo del verano el Ayuntamiento de San Vicente de la Barquera, el historiador y periodista, Pedro Arce habló con “El arroz en Cantabria”, resaltado que la comunidad cántabra es la segunda que más consume este cereal detrás de la de Valencia y antes que Asturias.“El norte se consume mucho arroz”, dijo Arce mientras abordó un estudio histórico, literario y gastronómico, mientras señaló que en la comunidad norteña se comenzó a comer en el siglo XVIII dado que se exportaba por el puerto de Santander.
Una de las más numerosas, que también habitan otros países vecinos como Marruecos y Argelia, son los beréberes.La gastronomía tunecina es muy rica y variada, es el resultado de una mezcla de combinaciones de las culinarias locales y las contribuciones y especialidades procedentes de los distintos pueblos que han ocupado su territorio a lo largo de los tiempos.Su cocina es una amalgama de la tradicional beréber con influencias judías, persas, turcas, andaluzas, francesas, italianas, que con sus aportaciones han enriquecido los platos tunecinos, llenos de sabores únicos y peculiares.La gastronomía beréber se identifica con el conjunto de platos y costumbres culinarias de la etnia beréber o amazigh, auténtica cocina ancestral que se enmarca dentro de las tradiciones e ingredientes autóctonas.Se trata de una cocina rural, basada en los productos que le facilita el entorno.
Y lo es desde 1723 por iniciativa del ilustre asturiano Alonso Marcos de Llanes y Argüelles, nativo de Noreña que fue obispo y arzobispo de Sevilla, quien cristianizo el resultado más humilde de la matanza del cerdo, con el beneplácito del rey Carlos III y la bendición papal de Pío VI para su consumo en los períodos de vigilia y Cuaresma.Y aunque en la Edad Media y el Siglo de Oro el sabadiego era un alivio de las estrictas normas eclesiásticas, y su elaboración se siguió realizando en prácticamente todo el territorio nacional en los siglos siguientes, su mala fama desembocó en casi su total desaparición en las últimas décadas del siglo veinte, quedando relegada su elaboración a casos aislados.El Principado de Asturias no fue ajeno a esta realidad evidente, lo que motivo que en el condado y municipio de Ñoreña, el más pequeño de los 79 en que está vertebrada la Comunidad, ocho amigos se juntaran y crearan un 25 de abril de 1988 una Cofradía bajo el nombre de “Caballeros de la Orden del Sabadiego”, con el único objetivo de rescatar el humilde embutido de las fauces del temible olvido.Aunque solo había servido para matar hambrunas concretas y poco más, había llegado el momento de recuperarlo y mejorarlo para darle el puesto que se merecían.