Viaje a la 'teocracia' de Irán, donde la jets et bebe alcohol y se olvida del velo

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La mayoría de las crónicas de viajes a Irán empiezan igual: si vuelas desde una ciudad europea se observa como la mayor

parte de las mujeres iraníes visten ropa occidental pero al entrar en el espacio aéreo de su país hacen cola en los lavabos para sustituirla por la exigida allí. Al regreso es lo contrario y entran en Europa como lo que de verdad son en general: personas de magnifico aspecto y fácil sonrisa.


Teherán, el velo y el alcohol


Lo normal es empezar en Teherán, al norte del país, una enorme ciudad de unos diez millones de habitantes con el fondo

impresionante de montañas de más de cuatro mil metros con frecuencia nevadas. La gente modesta habita y trabaja en la

parte baja en la que se encuentra el importante bazar al que acuden locales y extranjeros de visita: las alfombras, los trabajos en plata, las joyas de oro, todo se vende en ese inmenso lugar en el que los tenderos gozan de gran fuerza política. Allí la mayoría de las mujeres visten el chador, la pieza de tela negra que cubre todo el cuerpo incluida la cabeza, pero no tapa la cara. En la misma zona el Palacio Golestan es otro de los lugares preferidos de los turistas.


Según se sube a la parte alta el chador se sustituye poco a poco por el simple velo y una gabardina o prenda similar según el calor. El velo se va cayendo según se sube lo que identifica el nivel de independencia y osadía de cada mujer hasta llegar a la parte alta donde las pijas locales que viven en las mansiones con piscina o en los bloques de apartamentos de lujo lo llevan en un difícil equilibrio sobre la nuca o incluso se les ha caído sobre los hombros y no se han dado cuenta. A mitad del camino hay que hacer una parada obligatoriamente en el Museo Nacional que consta de una extraordinaria colección arqueológica.


Cada pocos meses la policía, siempre atenta a las malas costumbres, cierra centenares de cafés y restaurantes los únicos

lugares en los que los chicos y las chicas podían charlar y conocerse. Por supuesto nada de alcohol, rigurosamente prohibido y en consecuencia negociado clandestinamente. Si el viajero tiene alguna amistad local y es invitado a una de las mansiones de la parte alta verá la transformación que ya había observado en el avión pero a lo grande. Nada más cruzar la puerta las mujeres, que debajo del chador o la gabardina llevan minifalda y blusa escotada pueden demostrar porque tienen fama de hermosas: pitillo en una mano y vaso de whisky en la otra, prácticamente todas hablan un magnifico inglés y bastantes también francés. Muchas son universitarias; más de la mitad del total en cualquier especialidad, en otra contradicción mas de esa interesante nación.


Y es que la República Islámica de Irán, ese inmenso país más de tres veces España y que supera los ochenta millones de

habitantes es al mismo tiempo una democracia formal, en la que tanto el Ejecutivo como el Legislativo son elegidos por

sufragio universal y una teocracia en la que nunca falta un Ayatola que de las instrucciones correspondientes.

Allí hay una clase media importante, caso único en la región, una población con buena educación formal y una conciencia

colectiva de su papel de liderazgo regional. Y razones históricas no les faltan. Es cuna de algunos de los asentamientos

humanos más antiguos en los que se originaron grandes civilizaciones desde el tercer milenio AC. Era el centro del Imperio

Acamenenida que llegó a dominar sobre casi la mitad de la población mundial desde sus capitales en Babilonia y Persepolis

Su conquista por los musulmanes en 651 cambió el equilibrio político mundial y su conversión al chiismo en 1501 el del

Islam.


Tras la guerra y derrota con Rusia a comienzos del XIX deja ser un Imperio multirracial y cultural al perder una gran parte

de su territorio y se convierte en un país. Los intentos de occidentalización del Sha Reza Pahlevi quedaron anulados tras la

Revolución de 1979 que empezó como democrática y acabo con Jomeini al frente. Desde entonces los problemas con Estados Unidos, con Israel y con los sauditas se han sucedido continuamente y es que al fin y al cabo Irán es el cuarto productor mundial de petróleo y el primero de gas.


Otras ciudades de Irán


Desde Teherán se puede ir en automóvil o en autobús a Qom, una de las dos grandes capitales del chiismo, no llega a dos

horas, con varios monumentos religiosos que admirar y llena de aspirantes a curas .


A Isfahán hay que volar, unos quinientos kilómetros en dirección suroeste para quedar maravillado con la inmensa plaza

Meidan Eman .Todos los monumentos que la rodean están conectados entre sí por la arcada de dos pisos. Solo es comparable con la de Samarkanda. La belleza del verde y el azul adquiere nuevas dimensiones. Los días festivos el inmenso espacio en parte era un campo de polo- es ocupado por las familias para la merienda con el negro de los chadores haciendo contraste.


Persépolis, la joya de Irán


Siguiendo hacia el suroeste se vuela a Shiraz -las comunicaciones aéreas son buenas y los precios moderados- ciudad con

preciosos jardines y varios mausoleos. Es la puerta para acceder a Persépolis a unos 60 kilómetros, la joya del país, que

todavía guarda importantes restos a pesar de los soldados de Alejandro y de los saqueadores de toda laya. Los espectaculares bajorrelieves dejan al visitante maravillado. Desde Shiraz hay vuelos a Qatar con conexiones a Madrid y Barcelona.


Este viaje se puede realizar en una semana, pero habrá que volver para viajar a los desiertos, a la cultura zoroastriana , a

Kashan, la ciudad del barro, al norte con monumentos cristianos y mucho más.


Texto: Ignacio Vasallo

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