Ni alegría nidecepción. La cumbre de Glasgow ha conseguido su objetivo: ganar tiempo. Los inminentes problemas deberán ser resueltos por las siguientes generaciones. Elmás ambicioso de los planes, el “fondo verde” para el clima, por el que los países desarrollados subvencionarían con 100.000 millones de dólares anualmente a los del del llamado sur climático, va de momento por los 80.000 y se haretrasado la implementación total al 2025.Los países firman numerosas declaraciones de intenciones, pero evitan refrendar las que les pueden perjudicar.
Como nota positiva se señala que, por primera vez, se hace mención explícita a suprimir las subvenciones a los combustibles fósiles.
En el campo del turismo se aprobó la “declaración de Glasgow para la acción climática en el turismo “que estuvo liderada por importantes organizaciones como la OMT, elPNUMA-programa de Naciones Unidas para el medio ambiente y el WTTC -WordTourism and TravelCouncil -.
La declaración que, de momento, ha sido firmada por más de trescientas entidades- el proceso de adhesión sigue abierto -anima a los actores a tomar las medidas pertinentes para que las emisiones se reduzcan a la mitad en el 2030 y totalmente en el2050.Los signatarios se comprometen a descarbonizar,regenerar y medir para lograr el objetivo.
Para ello es necesario un cambio cultural en el sector. Como resume el director general de Medio Ambiente de la UE:” hay que superar la mentalidad de crecimiento tradicional para tener un ecosistema más responsable y sostenido y climáticamente neutro con métricas para el control de la sostenibilidad “.
El sector turístico mundial ha entendido que es uno de los más afectados por el cambio climático.
En el área de transporte, 21países, entre ellos España, firmaronel “ InternationalAviationClimateAmbitionCoalition “ que serádirigida por laOrganización Internacional de Aviación Civil ( OACI ) que tiene los mismos objetivos. Entre las recomendaciones figura el uso de combustible de aviación sostenible y la utilización de nuevas tecnologías para la fabricación de avionesmáseficientes.
Tendrán que aplicarse a ello porque al tiempo los firmantes reconocen que el volumen mundial de pasajeros crecerá significativamente en los próximos treinta años.
Señalan que el turismo genera un 8 por ciento de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, dos terceras partes causadaspor el transporte. No parece mucho, pero este es uno de los sectores donde las emisiones de Co2 crecen más rápidamente.
La UE ya tiene en marcha programas con objetivos claros para las fechas señaladas de 2030 y 2050, aceptados y adoptados por España. La mejora de la sostenibilidad en general será una de las áreas que contará con mayor financiación de los fondos Next Generation . Parece que, si hay dinero, las empresas y los destinos se toman el asunto en serio.
Nuestro patrimonio turístico principal, el Mar Mediterráneo, corre seriosriesgos porel calentamiento global y la sobreexplotación. Lo ocurrido en el Mar Menor es un importante aviso.
Nuestras principales empresas turísticas son bien conscientes de la realidad, por ejemplo Iberostar ha firmado la declaraciónpara la acción climática en el turismo, Meliá ha recibido varios premios internacionales por sus políticas de sostenibilidad, que Paradores también ha puesto en el centro de sus actuaciones e Iberia está ensayando con combustibles menos contaminantes. Mientras tanto la ciudad de Valencia ha puesto en marcha medidores de los efectos el turismo en el medio ambiente.
La formación del nuevo gobierno alemán en el que se ha creado un superministerio que incluye la economía y el medio ambiente y que estará dirigido por el copresidente de los verdes, Robert Habeck, indicará el camino hacia nuevas políticas y sobre todo al ritmo de estas, que pretenden que sea más rápido que hasta ahora.
En el programa de gobierno también figura la posibilidad de terminar con la exención de impuestos al keroseno de aviación en los vuelos internacionales, que debería aplicarse a nivel europeo.
La lectura de ambos acontecimientos ha sido diversa. Para unos se trata de avances, aunque sean modestos hacia un modelo turístico más atento a sus consecuencias en el medio ambiente. Paraotros serian medidas que encarecerían los billetes de avión e impedirían a las compañías aéreas hacer las necesarias inversiones precisamente para lograr el mismo objetivo que casi discute
Ignacio Vasallo