De New England a la pequeña Habana (III)

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La más famosa pizzería



En New Haven, Connecticut, nos esperaban una prestigiosa universidad, la mejor pizza de EEUU y la hamburguesería más antigua del país


Llegamos a New Haven el 11 de mayo, día de graduaciones en Yale. Había hoteles llenos con estudiantes y familias. Pretendíamos cenar en Frank Pepe, que según diversas publicaciones hornea las mejores pizzas de los EEUU. Fue inaugurada en 1925 por un humilde inmigrante napolitano que revolucionó el famoso bocado con el empleo del carbón. De aquella época dan fe buen número de fotos de Frank y su esposa. Está en el barrio de Little Italy; un arco triunfal surge en una calle para dar la bienvenida a quienes acuden a comer en sus ristorantes y pizzerías. Nos topamos con una desmoralizadora cola en la calle; mas como el trabajo suele ser devoción, se esperó con resignación. Al rato nos asignaron una mesa, aun "caliente" y no bien aseada, en uno de sus dos bulliciosos comedores. Los restoranes medios norteamericanos suelen ser ruidosos; los comensales, en una especie de esquizofrenia coral, hablan en voz alta, gritan, ríen a carcajadas. Y, por otro lado, los cocineros no se esfuerzan en presentar platos con estética: montañas de comida -como hemos visto con los restoranes alemanes en nuestras urbanizaciones turísticas- o productos abigarrados en platos-bandeja. Las pizzas, sin embargo, son como en todo el planeta, de colores vivos, apetitosos... Y cuando fluye el aroma del orégano... Pedimos dos medianas, que son inmensas, "de almejas blancas" (sosas) (14,50$), sin queso y con panceta, que, obvio, da todo el sabor; y, siendo la "estrella", no nos entusiasmó; y la Frank Pepe's Original Tomato Pie: tomates escachados (tiene una industria de enlatados), Queso Pecorino Romano y oliva virgen que, aun con su sencillez, superó a la primera. Hoy, los nietos de Frank Pepe manejan una pequeña cadena, empleando mismo sistema, que opera en otras ciudades. Digamos, por último, que valió la pena solo por comprobar el fervor que profesa el norteamericano a ese icono gastronómico italiano. Universal.


Y salimos a por la segunda parte de la cena en la más antigua hamburguesería de EEUU: Louis Lunch, de 1895. Al detenerse el Uber nos encontramos en el centro de la ciudad ante lo que parecía un kiosco de mampostería ocupando un trocito de un amplio solar-aparcamiento con escasa iluminación. Entramos y nos pareció irrumpir en una escena de una película del más antiguo cine mudo. Apenas 18 m2, también poco iluminados; rústicos bancos de gruesa y sobada madera fijados al suelo, una mesa, también comunal, y una barra en la que se apoyaba un parroquiano. Tras aquella, un hombre que nos pareció seco, mal encarado, incluso ebrio. En las paredes, fotos y recortes de prensa que hablan del local y un busto al carboncillo; es de herr Louis Lassen, emigrante alemán, fundador y tatarabuelo del dependiente: Jeff Lassen, quien continuaba mostrándose lacónico ante nuestras "obligadas" manifestaciones de entusiasmo. Respondía con desgana. Jeff es ese alemán orgulloso; si bien, pasado un rato se hizo más sociable e incluso nos sorprendió con la iniciativa de mostrarnos la preparación de sus hamburguesas. A la vista bolas de carne de vacuno picada, pan de molde y el infiernillo con el que ya su tatarabuelo comenzó el negocio; la tostadora es de 1928.


Jeff Lassen en plena faena



Eeuu 2 (1) min


Las mejores pizzas de EEUU




Solo las ofrece con cebolla o con queso, algo más sabrosa; y, en lugar de ese panecillo redondo, las empareda en dos tostadas. Ni kétchup ni mostaza. Pero incluye una Kartoffelsalat sui generis. Carece de licencia para alcohol. Pura gaseosa. No ofrece más que doce plazas que a diario son copadas por 

jóvenes estudiantes de la U. de Yale, muy cerca. Y pensamos que no sería mala cosa que en sus aulas, y dentro de alguna de las asignaturas de humanidades, filosofía, o incluso economía, se aborde el caso de Jeff, pues es constantemente tentado por los dueños del aparcamiento con cifras mareantes para que venda su inmueble, que con un cuarto trasero y los baños no alcanzan los 60m2. Pero Jeff, que resultó un tipo entrañable, no transige ni de coña. Un "cabeza cuadrada" admirable. Un tipo fiel a sus ideas, sus orígenes familiares y a lo que han venido haciendo; que mantiene el prurito de poseer algo histórico tanto por el recuerdo de aquellas migraciones, en blanco y negro, como por poseer la más antigua hamburguesería en el país donde reina la "burguer". Que da lecciones en un guachinche ubicado en un mundo rutilante en el que el dinero parece que todo lo puede. Nos dejó huella. Al día siguiente, tras visitar la bella universidad, salimos bajo una recalcitrante lluvia hacia Atlantic City, Nueva Jersey, para, al otro día, permanecer dos días en el Condado de Lancaster. Allí nos esperaban experiencias insólitas.



Texto: Mario Hernández Bueno

Fotos: Tania Aguiar

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