Braga, capital religiosa de Portugal

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Fátima es lugar de peregrinaje, pero la verdadera capital religiosa de Portugal está más al norte, en Braga. Con más de 2.000 años de historia es la metrópoli más antigua de ese país y una de las ciudades cristianas más antiguas del mundo. Fundada por los romanos con el nombre de Bracara Augusta, como otras ciudades de sus características, se ha modernizado sin olvidar sus tradiciones ni su pasado.


En Portugal se dice que «Coimbra estudia, Lisboa se divierte, Oporto trabaja y Braga reza». Esta vetusta ciudad mantiene sus raíces históricas, perceptibles nada más pasar el Arco da Porta Nova, por donde nos adentramos en su rico casco antiguo, un reflejo del poder eclesiástico de siglos pasados. Conocida como la ciudad de los arzobispos, tiene más de 40 iglesias, la mayoría barrocas, y el tiempo parece haberse parado en esa zona, hoy en día peatonal, con sus impresionantes monumentos como la catedral, el palacio episcopal y los jardines de Santa Bárbara.


Conocida como la “Roma portuguesa”, su importancia en la historia nunca fue política sino eclesiástica, y durante siglos mantuvo el arzobispado más importante del noroeste de la península Ibérica, enfrentándose durante la Edad Media con Toledo y Tarragona. Hacia finales del s. XI, el obispo D. Pedro ordenó la reconstrucción de la catedral destruida durante las invasiones musulmanas. El arzobispo Diego de Sousa, en el siglo XVI, le otorgó una edad de oro embelleciendo las iglesias, palacios y fuentes. Unos doscientos años más tarde el arquitecto André Soares, la convirtió en un símbolo del barroco portugués.


En las estrecha calles del centro histórico se mezclan iglesias y casas modernas. Vale la pena sentarse en alguno de sus cafés o bajo las arcadas de la Plaza de la República. Hoy en día hace de frontera física y sentimental. Allí se pueden contemplar las dos Bragas: la antigua y la moderna, con sus amplias avenidas.



La catedral se inició en el siglo XI y conserva el aspecto románico en el exterior donde se mezclan los tres pórticos de ese estilo con dos torres barrocas. En el interior también se puede observar la mezcolanza de gótico, renacentista y barroco. Destacan sus dos magníficos órganos de tubos del siglo XVIII, y el museo catedralicio donde hay más de 200 campanas que fueron retiradas de numerosas iglesias de la ciudad.


Ya fuera del casco antiguo encontramos la Iglesia de la Santa Cruz, uno de los más bellos ejemplares de la arquitectura barroca religiosa bracarense. Hay una leyenda que dice que quien encuentre dos gallos simétricos en su fachada se casará ese mismo año, o lo hará en Braga.


En las afueras de la ciudad, en medio de la montaña se divisa el monasterio de Bom Jesus do Monte, uno de los edificios más reconocidos y simbólicos de la ciudad, y lugar de peregrinación, en el que destacan sus escaleras zigzagueantes, con un desnivel de más de 100 metros. Comenzó siendo una capilla, en el siglo XIV, a la que se añadieron más tarde seis capillas dedicadas a la pasión de Cristo. En cada escalera hay una fuente dedicada a uno de los cinco sentidos, y está rematada por una iglesia barroca de principios del siglo XVIII.


A unos kilómetros y en lo alto de otra colina, encontramos la basílica de Nuestra Señora de Sameiro, otro de los lugares de peregrinaje mariano de Portugal, visitado por el papa Juan Pablo II en 1982.




La Semana Santa braguense, un atractivo turístico-religioso


La Semana Santa comienza el sábado antes de Ramos, con una procesión que traslada la imagen del “Señor dos Pasos”, desde la iglesia de la Santa Cruz hasta la del seminario y finaliza con el viacrucis, recorriendo las “estaciones” o “calvarios”, mientras el pueblo canta los “Martirios”. El domingo de Ramos otra procesión antecede a la bendición en la catedral, y por la tarde se celebra la procesión de los “Passos”, con cuadros alegóricos y escenificación dramática basadas en las palabras del apóstol Pedro. Desfilan los personajes que intervinieron en el juicio, condena y muerte de Jesús, soldados, esbirros, Cireneos, Magdalenas arrepentidas y piadosas mujeres, mientras el “Senhor dos Passos”, lleva la cruz a cuestas atravesando las calles de la ciudad antigua. Junto al magnífico templo de la iglesia de la Santa Cruz se hace el Sermón del Encuentro con la participación de la Virgen de los Dolores.


Martes y miércoles la iglesia de la Santa Cruz y la catedral acogen conciertos coral-sinfónicos, muy seguidos en la ciudad. En Semana Santa, los farricocos -penitentes-, retrotraen por unos días la ciudad al pasado. Durante la tarde del Jueves Santo, llaman la atención de feligreses y visitantes para anunciar la procesión del Señor del Ecce Homo, que tiene lugar en la madrugada del jueves al viernes.


Con una tradición que se inicia a finales del siglo XV, estos personajes lucen capirote, visten ropas bastas con cinturones de cuerdas y caminan descalzos, portando matracas que llaman la atención de los feligreses antes de la procesión de la noche. Junto a ellos aparecen los «fogareus» que portan teas encendidas con fuego, precediendo a la imagen del Ecce Homo, o al Señor de la Caña Verde. La procesión comienza el recorrido en la Iglesia de la Misericordia, cercana a la catedral.


En el centro de la ciudad, a lo largo de los siglos se han sucedido múltiples celebraciones religiosas durante la Semana Santa, algunas desaparecieron en los últimos siglos, principalmente a principios y mediados del XX. Pero grupos de ciudadanos, feligreses o no, han recuperado recientemente la procesión de la Virgen de Burrinha, una curiosa celebración que sale el miércoles por la noche desde la iglesia de São Víctor. Desapareció entre 1973 y 1998, y se ha ido recuperando poco a poco. En la actualidad participan unas 1.000 personas, que representan diversos pasajes bíblicos como la expulsión del Paraíso, la proclamación de los 10 mandamientos, o varios versículos del Antiguo Testamento hasta llegar al último cuadro, que es la huida a Egipto representada por una imagen de la Virgen subida a un borrico.


Otra de las celebraciones más multitudinarias es la misa de la Pasión en la catedral, que acaba en una procesión teofórica del entierro con el Santísimo Sacrametno paseado por las naves de la iglesia, encerrado en un esquife cubierto con un manto negro, que también se procesiona por las calles del centro. Los Capitulares y los miembros de las diferentes cofradías van con la cabeza cubierta, enlutados, mientras las carracas de los “farricocos”, que días antes ensordecían la calle, ahora avanzan en silencio. Las banderas y estandartes con lazos de luto, se arrastran por el suelo.



El sábado por la noche se organiza la Procesión de la Resurrección, propia del rito bracarense, que finaliza con el canto del Regina Coeli. El domingo de Pascua, tiene lugar una costumbre muy arraigada en el norte de Portugal. Un grupo de personas “Compasso” se dirigen a los hogares con la cruz adornada, mientras suenan campanillas en señal de júbilo y se hacen alfombras de flores en calles y caminos. Los fuegos artificiales ponen fin a la Semana Santa.


¿Cómo llegar a Braga?


Para viajar a Braga, se puede ir por carretera pasando por las provincias de Zamora, Salamanca, Orense o Pontevedra, aunque lo más cómodo, si no se vive cerca de esa zona, es viajar en avión. El moderno aeropuerto Francisco Sa Carneiro, uno de los mejores de Europa, tiene conexión con unas 50 ciudades europeas y una de las aerolíneas que tiene mejor conexión es la portuguesa TAP, con dos vuelos directos y diarios de Madrid a Oporto. Desde allí se puede coger un autobús que va hasta Braga o Guimarães.


Escuchar el reportaje en podcast https://www.ivoox.com/18656241



Ángela Gonzalo