En el viejo continente cabe destacar tres ciudades que registran millones de turistas a lo largo del año y buena parte de ellos son consecuencia de la oferta museística que presentan. Una de ellas es París, que tiene como grandes símbolos dos de sus museos. Uno de ellos es el conocidísimo Louvre, que alberga pinturas tan estudiadas como La Gioconda o La balsa de la Medusa y a artistas de la talla de Leonardo da Vinci o Eugène Delacroix. También es de especial mención el Museo d’Orsay, el mejor museo impresionista del mundo, con un repertorio de pintores como Monet, Renoir, Van Gogh, Gauguin o Cézanne. Ideal para los apasionados del arte moderno.
En Madrid, que ofrece un sinfín de oportunidades, también hay una importante nómina de obras de arte de especial mención. El Museo del Prado, el principal museo de la capital española, presenta una colección de pinturas del siglo XVI y XIX que no deja a nadie indiferente. Las más destacadas vendrían a ser Las Meninas de Velázquez, El tres de mayo de 1808 de Goya, o El jardín de las delicias de El Bosco. Como sucede con la capital parisina, hay otra opción más contemporánea, el Centro de Arte Reina Sofía. Aquí se pueden presenciar obras de Pablo Picasso, Salvador Dalí y Joan Miró, además de la joya de la corona, el impresionante Guernica.
Si viajamos a Londres, una de las paradas obligatorias es el British Museum, el que más visitantes registra de la ciudad. Su colección se basa en la Antigüedad, concretamente en el Antiguo Egipto, y apenas hay representaciones pictóricas. Donde sí que se pueden encontrar es en la Galería Nacional, donde destacan más de 2.000 pinturas que van del siglo XIII hasta el XX, como los Girasoles de Vincent Van Gogh, o El matrimonio Arnolfini de Jan van Eyck. Una de las ventajas de ambos museos es que la entrada a la exposición permanente siempre es gratuita.
Hay artistas que han marcado un antes y un después en la historia del arte e incluso en su país. No es de extrañar, pues, que tengan su propio museo. Uno de ellos es el Museo Van Gogh de Ámsterdam. En él podemos encontrar alguno de los cuadros más conocidos del neerlandés, que con su vida y estilo no dejó a nadie indiferente, como Autorretrato con sombrero de fieltro gris, El dormitorio de Arlés o Calavera con un cigarrillo.
Otra opción es el Museo Munch, un icono de Oslo, que en 2021 reabrió sus puertas con una nueva estructura arquitectónica. En su interior nos espera la colección de obras más extensa del mundo de Edvard Munch, un noruego cuya carrera tiene muchos paralelismos con la de Van Gogh; además de su gran pintura, el emblemático El grito, una representación pictórica que transmite ansiedad e incomodidad a partes iguales con su combinación de colores.
No podía faltar en este repaso una mención a Italia, una de las cunas artísticas más importantes de Europa. Una de las paradas obligatorias está en Florencia, donde se ubica la Galería Uffizi. Se trata de un palacio que alberga una impresionante colección de arte con esculturas como el David de Miguel Ángel, además de cuadros importantes como El nacimiento de Venus o La primavera, ambas de Sandro Botticelli.
Y si se está por tierras italianas, concretamente en Roma, es obligada la visita al Vaticano y a sus museos. Tienen una gran cantidad de obras de arte acumuladas por los Papas y, entre sus artistas, destacan Caravaggio, Rafael y Da Vinci. Pero la joya de la corona es obra de Miguel Ángel con La Capilla Sixtina, una de las escenas más representadas de la historia del arte y que, solo con el objetivo de presenciarla, merece la pena la escapada.