Ubicada al norte de Barcelona, ha ganado reconocimiento como una alternativa residencial atractiva tanto para familias como para personas que buscan un entorno tranquilo, con buena conexión a servicios y cercanía a la capital catalana. Esta zona, que se extiende desde Montgat hasta Blanes, ofrece una variedad de localidades costeras que combinan acceso a la playa, servicios públicos, infraestructura moderna y una oferta inmobiliaria en crecimiento.
Este tramo de litoral pertenece a la comarca del Maresme, en la provincia de Barcelona. La zona limita con el mar Mediterráneo al este y con la cordillera litoral al oeste, lo que le da una configuración geográfica particular: estrecha y alargada. Sus municipios, cómo Calella, Arenys de Mar, Mataró, Premià de Mar y Sant Pol de Mar, entre otros, comparten una estructura urbana consolidada, una oferta de servicios completa y una ubicación estratégica entre la capital y la Costa Brava.
La venta de casas en Sant Pol de Mar refleja el interés creciente por vivir en esta zona. Este municipio, como otros de la comarca, cuenta con una amplia variedad de viviendas, desde apartamentos hasta casas unifamiliares, muchas de ellas con vistas al mar y fácil acceso a medios de transporte. La combinación de tranquilidad, proximidad a Barcelona y acceso a servicios educativos, sanitarios y comerciales lo convierte en un punto estratégico para quienes desean establecerse de manera permanente o adquirir una segunda residencia.
En cuanto a la demanda inmobiliaria, en Sant Pol de Mar las propiedades más solicitadas son las viviendas unifamiliares con jardín o terraza, especialmente aquellas que se encuentran cerca del centro urbano o con vistas al mar. También hay interés en apartamentos con buenas conexiones ferroviarias, orientados a parejas jóvenes o personas mayores que buscan una vida más relajada sin alejarse de los servicios. En este contexto, en Finques Sant Pol, comentan: “Las viviendas de obra nueva y los inmuebles reformados con eficiencia energética son particularmente valorados en el mercado actual”.
Uno de los factores que más valoran quienes eligen residir en la Costa de Maresme es la movilidad. La conexión por carretera y tren permite desplazamientos rápidos hacia la ciudad, lo que resulta especialmente atractivo para quienes trabajan en la capital pero prefieren vivir fuera del núcleo urbano. La línea ferroviaria de Cercanías Renfe recorre toda la costa, facilitando los trayectos diarios y el acceso a otros puntos de interés de la provincia.
La calidad de vida es otro de los aspectos que influye en la elección de esta zona. Las localidades disponen de equipamientos deportivos, centros culturales, mercados municipales y zonas verdes. Además, existe una oferta educativa variada, con centros públicos, concertados e internacionales, lo que amplía las opciones para familias con hijos en edad escolar. El sistema sanitario está bien integrado, con centros de atención primaria en cada municipio y hospitales comarcales de referencia a poca distancia.
En términos urbanísticos, los ayuntamientos han trabajado en mantener un equilibrio entre crecimiento habitacional y conservación del entorno. Esto ha favorecido la creación de barrios residenciales con buena planificación, zonas peatonales, espacios públicos cuidados y normativas orientadas a preservar el paisaje natural. La costa, por su parte, sigue siendo un punto de atracción gracias a la variedad de playas y paseos marítimos accesibles.
El tejido comercial y de servicios también ha evolucionado. Si bien se mantiene una presencia destacada del comercio local, en los últimos años se han desarrollado zonas comerciales más amplias, con supermercados, centros de salud privados, academias y otras actividades de apoyo. Esto ha permitido que los residentes puedan resolver sus necesidades cotidianas sin necesidad de trasladarse a grandes ciudades.
Por otra parte, la Costa de Maresme ha logrado mantener una identidad diferenciada frente a otras zonas costeras del país. Sin enfocarse exclusivamente en el turismo, muchas de sus localidades promueven un modelo de desarrollo basado en la estabilidad residencial, lo que ha consolidado una comunidad activa, con participación ciudadana y actividades culturales durante todo el año.
El interés por residir en la región no responde sólo al atractivo geográfico, sino a una combinación de factores que incluyen buena conectividad, servicios estables, planificación urbana coherente y una oferta habitacional variada. Para muchas personas, representa una alternativa sólida para establecer un estilo de vida equilibrado, sin renunciar a las comodidades y oportunidades que ofrece el entorno metropolitano.